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Adicción a redes sociales, un problema de salud pública

El consumo excesivo de las redes sociales en México ha generado un nuevo problema de salud pública, pues estudios recientes enfocados al impacto que generan en el organismo demuestran que afecta el proceso del desarrollo emocional, creando cuadros de ansiedad, inseguridades y estrés.

En el entorno físico, el consumo excesivo de los contenidos de redes sociales, sobre todo a través de videos cortos, advierten casos de alteración del ciclo de sueño, debilidad y cansancio, falta de concentración, irritabilidad, así como daños en los músculos del cuello, tendinitis, túnel carpiano y afectaciones oculares que pueden derivar en casos de estrabismo.

De acuerdo con Fernando Ruiz Molina, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien actualmente encabeza un proyecto sobre el impacto que generan las redes sociales entre la población, señala que en el país diariamente se conectan a internet 101.9 millones de usuarios, de los cuales el 39% lo hacen frente a pantallas y celulares, con un tiempo promedio de uso que va de las siete a las nueve horas.

“Esto representa más que una jornada laboral, y en el carácter psicosocial se convierte en una adicción creada a través de los diseños de interfaz que funcionan como detonantes tecno-farmacológicos”, explicó.

Reveló que Instagram, Facebook y sobre todo TikTok están creadas específicamente para mantener y captar la atención de los usuarios por horas con contenidos adaptativos a los gustos y preferencias de cada persona, lo cual se convierte en un ‘veneno y cura’ al mismo tiempo.

“Las plataformas digitales se basan en la generación de contenidos, pero también en una herramienta que consume datos y tiempo de los usuarios, al grado de provocar una adicción a las redes sociales, derivado de una ansiedad por conocer cada vez más contenidos que detonan microdosis de endorfinas y otros químicos en el organismo”, puntualizó.

LO BUENO, LO MALO… Y LO PEOR DE LAS REDES

De manera paulatina, las redes sociales se han introducido en el quehacer cotidiano de las personas, pues entre sus contenidos y usos positivos se pueden encontrar tutoriales que dan solución a los problemas diarios.

Además, algunas plataformas digitales se han convertido en esenciales para atender necesidades, como el transporte y la movilidad social (Uber, Didi, Cabify), así como también hay otras que apoyan los procesos de atención médica.

“Hay algunas en las que se pueden realizar compras a distancia, como las plataformas que se dedican al envío de alimentos, paqueterías y páginas de internet que albergan millones de artículos que se adecúan a las necesidades de cada usuario”, comentó.

Ruiz Molina advirtió que el grupo que más dependencia reporta al uso de las redes sociales se ubica entre personas de 30 a 50 años; sin embargo, la población entre 12 y 27 suele “engancharse” fácilmente con el uso de las plataformas que tienen estrategias con interfaces psico proyectivas, es decir, aquellas que desde el diseño les parezca familiar, cómoda, agradable y que algunas veces muestran sus sueños reflejados en aspiraciones, ilusiones y miedos, todas ellas con el uso de una estrategia denominada “clickbait”.

LA APROBACIÓN SOCIAL

Sin embargo, el verdadero riesgo de las redes sociales se registra cuando el usuario hace un consumo inmoderado y conforme absorbe e intercambia información no logra conseguir una validación social.

Para aquellos usuarios que suelen generar contenidos, como fotografías, historias o reels, es constante la cercanía con cuadros de frustración, ansiedad y hasta depresión.

Las interacciones con otras personas a distancias buscan siempre la aprobación con likes, pero el efecto de felicidad se convierte de manera proporcional en un tema negativo cuando se reciben comentarios que desaprueban al usuario.

“Las ansiedades se traducen en depresiones, este es un fenómeno que se elevó por la pandemia del Covid-19. Hubo un incremento de casos por depresión, se dijo que era el uso intensivo de las redes sociales, pero después del regreso al trabajo real las personas también se dieron cuenta que la interacción social directa les generó casos de frustración, lo que ha mantenido elevado el consumo y uso de las redes sociales”, aseveró.

‘ATRAPADOS EN LAS PLATAFORMAS’

Los estudios más recientes sobre el uso excesivo de las redes sociales advierten que las personas de 45 a 55 años padecen depresión y los síntomas más comunes son la frustración y poca tolerancia al enojo.

Para los jóvenes se detecta una falta de atención a problemas complejos, además un síntoma sociodigital es el consumo de videos que tienen contenidos de crueldad, además enfrentan problemas de concentración para realizar tareas cotidianas.

Reiteró el entrevistado que las redes sociales cuentan además con un diseño tecno-farmacológico que advierte dependencias de impulsos por competencia en búsqueda de una validación social.

Generalmente la depresión se comienza a cultivar en la constante búsqueda de la aprobación de las redes sociales, pues los contenidos suelen crear expectativa y detona sentimientos de decepción, depresión y desilusión cuando no se alcanzan los resultados que se buscan.

¿ES POSIBLE CONTENER LA ADICCIÓN?

Aunque a nivel mundial se han generado varias teorías apocalípticas que advierten un riesgo inminente para las personas al hacer consumo de redes sociales, para Ruiz Molina existen algunas alternativas más moderadas y optimistas basadas en un uso responsable de estas tecnologías.

“Es importante socializar los riesgos, creo que se puede abogar por un punto medio, con la generación de cursos y materiales disponibles para todos los públicos que adviertan los riesgos del consumo excesivo de los contenidos en todas las plataformas digitales”, expresó.

La limitación de tiempo para las personas debería ubicarse a la mitad del consumo promedio y reducir al máximo el tiempo se pasa frente a las pantallas.

Lo más recomendable es hacer uso de las plataformas sociales sólo para revisar lo necesario, cuando se convierte en un tema laboral, y como tiempos definidos cuando se usa como medio de recreación.

En cuanto a los infantes, en todo momento se recomienda un uso vigilado y acompañado por un adulto que apruebe los contenidos, máximo por una hora al día.

“No podemos dejar de lado lo que está ocurriendo en nuestro entorno, las redes sociales ya son parte de nuestra vida y tenemos que aprender a convivir con ellas, pero siempre conscientes que forman parte de una realidad ajena a nuestra vida real, pues estas plataformas tienen el peligro de ser invasivas, absorbentes y psico proyectivas”, puntualizó.

EL SECRETO ESTÁ EN LOS CONTENIDOS

Las investigaciones que actualmente se realizan en la UNAM advierten que los productores de contenidos más exitosos y con alto número de seguidores, suelen utilizar varios aspectos sociales para hacer atractivo su consumo en redes sociales.

“Suelen utilizar las pasiones y los temores de la población, se meten a la subjetividad de las personas, crean un estatus social y la mayoría de las veces, se proyectan de modo negativo, generando estándares que provocan a los usuarios casos de ansiedad y depresión.

Sin embargo, el peligro de las adicciones no sólo es latente para adolescentes y adultos, toda vez que los niños son un factor importante de riesgo para el desarrollo de este tipo de conductas y trastornos emocionales.

El entrevistado reveló que en internet existen plataformas aparentemente lúdicas, en las que se generan calificaciones para los usuarios.

“Algunas interfaces como la llamada Casa de Gaby ofrecen jugar con ellas, pero en realidad califican ponen a competir a los niños con ellos mismos y luego con otros usuarios, por ello hemos determinado que las infancias también están expuestas y corren alto riesgo en el uso excesivo del internet, donde se presentan este tipo de contenidos de manera frecuente”, puntualizó.

Compartió que detrás de estas plataformas, juegos y elaboración de contenidos en video, existen especialistas que saben cómo realizar contenidos específicos para atraer a los niños.

“Las multiplataformas se conectan con un juego, desde el primer momento se enseña a condicionamiento conductual con la entrega de recompensas, pero luego se elevan los contenidos hasta generar la necesidad de realizar compras que juegan con filtros, vestimentas, utensilios, desbloqueo de niveles, gracias a una base de datos que se retroalimenta y registra las horas que los niños pasan frente a las pantallas”, advirtió el investigador de la UNAM

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